EDUCANDO AL CORAZÓN IMAGINATIVO

 

“Somos seres racionales, pero pesan mucho más las emociones que la racionalidad. Sin las emociones, nada de lo que hacemos sirve para nada. El cerebro valora como importante las emociones. A partir de ahí, construye su relato de racionalidad. Sin las emociones, no hay relato. En el cerebro, aprendemos luego a conectarlas. Por ello, los maestros tienen que ser sobre todo, enseñantes emocionales.”
BUENO, David. (2018)

Como se ha dicho anteriormente, el conocimiento de uno mismo es el principal conocimiento. Sin eso, lo demás no tiene de qué sostenerse y tampoco tiene mayor relevancia ni esperanza. Sin saber quiénes somos, lo demás no tendría sentido e iríamos por la vida muy desorientados, desconectados, sin poder aportar.

“Tanto la música como la plástica apelan directamente a las emociones de la persona y activan todo el cerebro simultáneamente. Las emociones son cruciales para aprender cualquier cosa. … Montar el currículum en base a esto es lo que se debería hacer ” David Bueno.

Como en cualquier proceso de aprendizaje, hay un punto de partida y ese siempre está íntimamente ligado a nuestros sentidos y a despertar nuestra emoción, nuestra curiosidad por notar lo que sucede a nuestro alrededor. Nuestro interés por saber algo, nuestras preguntas, divagaciones, exploraciones, intentos, observaciones, cuestionamientos, incertidumbres y certezas, están todas ligadas a nuestro corazón y a nuestro sentir en una primera instancia. Más que a nuestra racionalización, que es necesaria, pero no excluyente; que nos diferencia como especie, pero que no puede sostenerse ni puede ser sustentable en el tiempo sin la primera, si nuestros sentidos y nuestra emoción no están despiertos y aceptados. Es a partir de esa experiencia holística que podemos proponer una metodología, una forma de ser y estar en el mundo.

“Las emociones son cruciales en cualquier aprendizaje. Sin emociones el cerebro no recuerda nada, porque no le importa. Al cerebro le importan las emociones. El resto es accesorio a las emociones. Las emociones son patrones de conducta preconscientes, que se generan sin que seamos conscientes de que se están generando y hasta que no se manifiestan, no somos conscientes de esa emoción. Son patrones de reacción rápida: el miedo, la alegría, el asco. Es lo que nos permite reaccionar sin pensar ante una situación que puede ser una amenaza o una oportunidad para sacar provecho antes que otro, y eso es lo que el cerebro valora, esta inmediatez que le permite sobrevivir. Sin emociones nadie sobreviviría. Las emociones se generan en una parte profunda del cerebro, muy primitiva, que se denominan amígdalas. (…) Las emociones son cruciales para sobrevivir, cualquier aprendizaje que lleve emociones asociadas, el cerebro lo interpreta como ”es importante para sobrevivir, tengo que recordarlo bien por si vuelve a pasar algo parecido, saber qué debo hacer”. El cerebro almacena muy bien cualquier aprendizaje que lleve emociones”. BUENO, David. (Min. 28:25)

Es por ello, que este planteamiento tiene como pilar el desarrollo de nuestra sensibilidad al centro. Somos, en tanto sentimos, en tanto percibimos, en tanto aceptamos nuestra sensibilidad y nos volvemos conscientes. Todo lo demás, se construirá a partir de ese conocimiento primordial de nosotros mismos. Nuestra alma se alimenta de ello. Y así, un sentir más pleno, más libre y aceptado, hará posible un alma más feliz y por ende, esperamos, un alma más preparada y dispuesta para contribuir y darle una forma nueva, más sana, al mundo.

guía de mi camino
¿me escuchas?
invítame a explorar
sorpréndeme
toma riesgos y contenme
acompáñame en mi hacer
juntas encontraremos mi tesoro

Trabajar con niños, me obliga a revisar y replantear muchas cosas que creía ciertas, y me invita a priorizar algunas experiencias y transformar otras. En este proceso aprendo que la imaginación se nutre del juego, del movimiento corporal y del despertar de la curiosidad. Aprendo que la exploración y el juego previo son fundamentales para enriquecer la experiencia creativa del artista; para llegar a ese espacio donde el alma se encuentra. En los niños, por lo general, ese camino es más corto y rápido. Me sorprende el entusiasmo con el que se entregan al acto de explorar, de jugar y de crear. Toman riesgos, proponen nuevas maneras de hacer las cosas, cuestionando sabiamente. Aprendo que antes que enfatizar la técnica o de desarrollar conceptos fundamentales para la creación, hay que jugar. Primero, hay que explorar.

El juego es el punto de partida para crear y para que la creación tenga alma, vida propia. Para que nos hable, nos conmueva y nos permita ampliar nuestro horizonte, nos permita mirar el mundo con nuevos ojos y así aprender algo nuevo.

Pero también en este contexto se debe crear el vínculo. Es imprescindible crear el ambiente amable, el ambiente fértil para la creación. Es verdad que para los niños es más fácil entregarse al juego; sin embargo, no todos los niños encuentran sencillo entregarse, si no confían. Deben confiar primero en el cuidado que encontrarán, necesitarán sentirse en un lugar seguro

“Good teaching is more a giving of right questions than a giving of right answers”. ALBERS, Josef

Como seres sensibles, venimos a este mundo dotados de múltiples recursos. Desde nuestra capacidad sensorial, le damos sentido al mundo y así lo vamos modelando a la vez que el mundo lo hace con nosotros. Como si fuéramos de arcilla, con un origen fundamental, pero que de acuerdo al ambiente donde se enriquece el barro, va adquiriendo una consistencia, una elasticidad, un color particulares; características que se transformarán luego en infinidad de formas y posibilidades. Cada partícula será distinta y cada recipiente irá acogiendo la experiencia de las manos y la paciencia con la que se modeló. Sin embargo, esta sensibilidad original, así como se puede ir enriqueciendo a través de las experiencias de vida, también puede irse rigidizando, debilitando, ensombreciendo, opacando y ocultando poco a poco, a lo largo de nuestras vidas. Y eso ocurre, lamentablemente, con demasiada frecuencia y por diversos motivos. ¿Cuántas veces hemos escuchado a las personas decir, por ejemplo, que no tienen ninguna habilidad artística o que son negadas para el arte? O que dibujan “como niños”, que carecen de imaginación, de capacidad creativa.

“Una persona con buena predisposición hacia la creatividad, pero que no se le deje experimentar con este aspecto mental, acabará teniendo mucha menos creatividad que una persona que a lo mejor tiene menos predisposición genética pero que, en estas primeras edades, hasta los 6 ó 10 años de edad se le está estimulando la posibilidad, se le está dando la posibilidad de que desarrolle todo este aspecto creativo.” BUENO, David

Si en algún momento temprano de nuestras vidas pudimos expresarnos o crear sin miedo y sin censura, porque a menos que haya una severa privación todos pudimos hacerlo de distintas maneras, ¿qué sucede que vamos perdiendo esas capacidades?, ¿cómo puede hacer el arte entonces para que a través de la experiencia poiética se encienda nuevamente la llama de nuestra sensibilidad y de nuestra capacidad creativa o mejor aún, se mantenga encendida? Se ha visto cómo la experiencia artística, desde cualquiera que sea el lenguaje artístico, permite acceder a esa sensibilidad primaria, original, de manera más directa, más limpia y con mayor facilidad, porque es el lenguaje que le es más afín. Puede recrear lo que ya no es, transformar el pasado en algo nuevo y avizorar el futuro por venir, visibilizando nuestra huella única en el mundo. Las artes hablan el mismo lenguaje del alma y le permite despojarse de las distracciones, de las inseguridades y miedos, al tener la posibilidad de expresarse con mayor libertad, y finalmente resurgir y Ser en plenitud. Para que ello se dé, el acercamiento debe ser amable y respetuoso el acompañamiento.

 

Una propuesta así podrá escuchar el sonido esencial, el movimiento particular, imperceptible en un inicio a la razón, de cada ser individual. Un tiempo y un espacio donde no hay lugar al juicio, pero sí al valor que tiene el proceso creativo como expresión auténtica

“Una parte muy importante de la educación es formar personas que sean transformadoras del entorno, que se integren a la sociedad, que respeten a toda la sociedad, pero que si algo no les gusta, se sientan capaces de transformarlo por las vías adecuadas de cualquier transformación. Transformar significa cambiar, innovar, aprender cosas nuevas.” BUENO, David

Quisiera que así como yo supe que las Artes Expresivas iban a iluminar mi camino en esa dirección, otros maestros tengan también esa oportunidad transformadora y que se convenzan de que su rol principal es ese: Darle una voz a la expresión auténtica y liberar así las almas de las niñas y de los niños a los que acompañan. Soy una convencida que el mundo puede ser más conciliado, si permitimos que esas vivencias auténticas encuentren su espacio y su tiempo para mostrarse.