La sensibilización con la semilla

Nos podemos acercar al mundo de las plantas a través de una motivación inicial desde lo sensorial. A través del olfato, del tacto, de la vista. Se puede probar con los ojos cerrados, se puede tocar la tierra, prepararla para sembrar las primeras semillas.

Lo mejor es no introducir la propuesta a través de la razón, sino desde los sentidos y desde la emoción. De esa forma, lo que surgirá será una auténtica creación de las niñas y niños conectados con la naturaleza. Conforme se avanza en el proceso, los niños irán haciendo preguntas sobre el mundo de las plantas e irán encontrando sus propias respuestas.

El juego: Se puede jugar de muchas maneras utilizando la dramatización. 

Salimos del taller y jugamos a imaginar que paseamos por el bosque. Nos convertimos en nuestro árbol favorito. Poses en la forma del árbol que imaginamos. Jugamos al espejo donde imitamos el árbol que vemos. Esta experiencia sensorial en el jardín los llevó a la siguiente fase de Dibujo de observación del Natural: dibujar las plantas que veían, escogiendo las que más les llamaran la atención por las formas. Las niñas y niños observan el jardín atentamente y dibujan lo que notan y les llama la atención. Es el paso previo a la creación de la obra.

La Intermodalidad: La intermodalidad se dio al inicio, cuando los niños imaginaron ser ellos mismos plantas y árboles. En esta experiencia se vive un proceso de Eco-Poiesis profundo. Volvemos al inicio, recordando cómo empezamos el año, conociendo las semillas. Es el momento de sembrar. Luego de observar su crecimiento durante dos semanas, ven crecer sus raíces y se las llevan a casa para transplantarlas.

Descentramiento:

Ingresando al espacio imaginal. El encuadre para esta actividad se da en un espacio reducido del salón y en los siguientes cinco minutos, las niñas y niños exploran el material: Cartón corrugado. La pregunta es de qué maneras se puede utilizar. Se cortan distintos tamaños y formas y se comienza a construir una forma tridimensional. Cada niña escoge algo que le haya llamado la atención o que le haya gustado particularmente de la experiencia en el jardín. Previamente al inicio del hacer, se dan las pautas o restricciones, que son “retos» para la sesión de clase. Por ejemplo, las dimensiones, que no podrán ser demasiado grandes por el espacio con el que contamos para almacenar 120 obras. Empieza “el hacer”.

Shapingo modelamiento se da en la relación niñ@ creador y maestra/testigo que asiste el proceso creativo.

Eco-Poiesis

A la vez de permitirse ser creadores al elegir la forma que cada árbol debe tener, estas niñas y niños aprenden técnicas de pegado y armado de las partes que necesitan para crear cada uno su árbol.  Cuando surgen dificultades técnicas, se interviene ayudando a dar forma a lo imaginado. A ese nivel es posible hacer un nuevo shaping, sugiriendo cosas concretas a nivel técnico. El espacio es suyo, los recursos creativos también. He ido aprendiendo que “menos es más”, así es que cada sesión intento que se apoye también en pocos recursos materiales.

Dialogando con la imagen: Niñas y niños cubren sus esculturas con papel de colores. Se preguntan constantemente qué es lo que su árbol necesita. ¿Qué les pide? Hay un permanente diálogo con la imagen durante el proceso de creación.

Todos los árboles son únicos y especiales. Cada niña decide cómo construir la forma, qué color debe tener, cuánto espacio debe tener, hacia dónde debe crecer, etc.

Al final de la experiencia, cada niño colocó su árbol en la sala de exhibiciones para aprender a montar una exposición de arte. Hubo un momento para apreciar la creación conjunta y disfrutarla. Se invitó a la comunidad del colegio a visitar la galería, donde se exhiben las obras. Las y los artistas la visitan también.

Esta es una de las tantas maneras en las que podemos restaurar nuestro vinculo con la naturaleza, a través de la experiencia estética.